La reunión navideña de familiares y amigos del Centro de Necesidades Especiales de Ignacowo (Polonia) se ha convertido en un evento entrañable que ocupa un lugar especial en nuestro calendario. El entusiasmo y las llamadas telefónicas preguntando por la fecha de esta celebración festiva nos llenan de alegría mucho antes de enviar las invitaciones oficiales.
Nos esforzamos por crear en nuestro centro una atmósfera en la que el encuentro sea entre personas, no entre funcionarios o empleados. Y parece que lo logramos, como lo demuestran las palabras de nuestros invitados, que provienen de diversos entornos: «Aquí me siento como en casa».
¿Cómo conseguimos este ambiente? Los ensayos dedicados para la representación del Nacimiento, las decoraciones cuidadosamente elaboradas y la preparación de la mesa son fruto de los esfuerzos llenos de alegría tanto de los niños como de los adultos, anfitriones de esta velada. Luego, todo gira en torno a la alegría de encontrarnos, compartir palabras cálidas, cantar villancicos y disfrutar de la compañía mutua. No importa si el miedo escénico le quita la voz a alguna actriz tímida o si el fuerte tono de un niño con autismo opaca los buenos deseos de los anfitriones.
El verdadero valor de nuestro encuentro no está en la precisión de las actuaciones, sino en el amor y la dedicación con que nuestros alumnos prepararon el evento. Es un momento de felicidad para los niños y de profunda emoción para los padres, que nos permite, momentáneamente, apartar las dificultades de la vida diaria y disfrutar de estar juntos. Y estar unidos por este gran acontecimiento: el nacimiento del Hijo de Dios.