Desde 2017, las Hijas de la Caridad, junto con la Familia Vicenciana, están firmemente comprometidas ante las Naciones Unidas para dar voz a las personas sin hogar, a menudo invisibles en las políticas públicas y ausentes de las grandes decisiones internacionales.
Esta lucha cobró una dimensión histórica en 2020, cuando la falta de vivienda fue reconocida como tema prioritario en la Comisión de Desarrollo Social de las Naciones Unidas (CSocD). ¡Fue la primera vez! Gracias a la incidencia colectiva —en particular la de la Familia Vicenciana—, las Naciones Unidas aceptaron considerar la falta de vivienda como una violación de los derechos humanos, y no simplemente como una consecuencia de la pobreza.
Una lucha espiritual y concreta. Para nosotras, Hijas de la Caridad, esta llamada no es simplemente algo político: es espiritual, profético y profundamente evangélico. Está enraizado en la invitación de san Vicente a «amar a Dios… pero con el trabajo de nuestras manos y el sudor de nuestra frente». Vivir y servir junto a las personas sin hogar significa experimentar la presencia de Cristo en aquellos que, la mayoría de las veces, no tienen «dónde reclinar la cabeza». Nuestra presencia en la ONU nos permite interpelar a los gobiernos, participar en grupos de trabajo sobre vivienda y hacer oír la voz de las comunidades locales. Esta conexión entre el terreno y los organismos internacionales es hoy una fortaleza del carisma vicenciano.

¿Y hoy? Una emergencia global. En 2025, la falta de vivienda no disminuye. Al contrario, se agrava debido a:
- migraciones forzadas por conflictos o por el clima;
- crisis económicas pos-COVID;
- el aumento de las desigualdades en las grandes ciudades.
Ante estos desafíos, seguimos actuando. En muchos países, las Hijas de la Caridad acogen, apoyan y acompañan a las personas sin hogar, al tiempo que trabajan por cambios estructurales.
En la ONU, abogamos por:
- una definición global de la falta de vivienda, esencial para elaborar políticas eficaces;
- el reconocimiento de la vivienda como un derecho humano fundamental;
- la inclusión de las personas sin hogar en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el ODS 1 (Fin de la pobreza) y el ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles e inclusivas).

Una llamada a toda la Familia Vicenciana
Ante esta realidad, el compromiso de toda la Familia Vicenciana es más necesario que nunca. Cada comunidad, cada obra, cada proyecto local puede formar parte de esta dinámica global: servir, defender y transformar.
Al comprometernos en la lucha contra la falta de vivienda, hacemos de la caridad una verdadera defensa de la dignidad humana, un testimonio vivo del amor de Cristo por los más pobres.
«El amor es inventivo hasta el infinito». — San Vicente de Paúl
Sigamos juntos inventando caminos de esperanza para quienes viven en ausencia de una vivienda segura, permanente y digna —no solo en ausencia de un techo—.
La falta de vivienda no es inevitable. Es una injusticia que podemos y debemos corregir mediante la escucha, la acción, la solidaridad y la incidencia.
Sor Michelle Loisel, H.C.
La labor de las Hijas de la Caridad en la ONU va mucho más allá de las palabras: es presencia, escucha atenta y acción concreta en defensa de los más vulnerables. ¿Te gustaría saber cómo este compromiso se traduce en iniciativas globales, proyectos inspiradores y articulaciones con líderes internacionales? Visita el sitio web de las Hijas de la Caridad en la ONU y descubre cómo la caridad se convierte en política profética y esperanza activa en el corazón de las Naciones Unidas.




