Septiembre nos invita a caminar con San Vicente de Paúl, peregrino de esperanza, cuya vida estuvo marcada por una fe encarnada y activa. No solo creía en la transformación del mundo: la realizaba con gestos concretos de misericordia. En tiempos de incertidumbre, su testimonio nos inspira a ser peregrinos que caminan con sentido, con la mirada puesta en Cristo y los pies firmes en la realidad de los pobres. Que su espiritualidad siga iluminando nuestros pasos y reavive en nosotros la llama de la esperanza que no defrauda.
ARTESANAS DE PAZ Y ESPERANZA
En un mundo que grita —guerras, fracturas, sufrimiento— elegimos escuchar una llamada sencilla y exigente: ser artesanas de paz y esperanza. Pedimos al Espíritu que afine el corazón y nos ponga en camino para reconciliar lo roto, cuidar lo frágil, restaurar la dignidad herida y servir con alegría allí donde la noche es más larga.





