Del 5 al 7 de diciembre de 2025, la Casa María Inmaculada de Roma se transformó en un lugar de encuentro, escucha y fraternidad renovada. Hermanas Sirvientes y responsables de comunidad de toda la Provincia San Vicente–Italia llegaron con el deseo de reencontrarse y de compartir el camino. Los tres días de formación, que tenían como tema específico «La esperanza no defrauda», fueron intensos, marcados por un clima de alegría, profunda espiritualidad y entusiasmo.

La presencia fraterna de Sor Françoise Petit, Superiora General, y de Sor Luisa Farri, Consejera General, dio un calor especial a toda la sesión. Sor Maria Rosaria, Visitadora, al agradecerles su presencia, afirmó que el encuentro es un tiempo de gracia, un tiempo para redescubrir la belleza de pertenecer a la Compañía.
La cercanía de Sor Françoise y de Sor Luisa —hecha de escucha, sonrisas y palabras atentas— hizo que cada una se sintiera profundamente valorada.

Sor Maria Rosaria presentó a Sor Françoise la realidad de la Provincia a través de cuatro palabras: escucha, acogida, cuidado y acompañamiento, que son el corazón de nuestro presente y la dirección del futuro.
La intervención de Sor Françoise fue uno de los momentos más esperados. Con la delicadeza de una Hermana y la solidez de una guía, nos habló de «fidelidad creativa» y de «impulso misionero». Sus palabras encendieron un entusiasmo nuevo.
Nos recordó que la esperanza no nace de permanecer inmóviles, sino de dejarnos mover por el Espíritu. Nos indicó tres caminos para alimentarla:
- confiar en un Dios que continúa llamando;
- amar el mundo tal como es;
- testimoniar la fraternidad como espacio de misericordia y ternura.
Jesús es el verdadero maestro de la misión y fuente de esperanza, incluso en los momentos difíciles. Mirar a Cristo nos da coraje y confianza para superar las pruebas, transformando las dificultades en oportunidades de crecimiento. Vivir la misión con Jesús significa dejarnos guiar por su ejemplo y afrontar el futuro con esperanza, seguros de su presencia.
Somos luz para el mundo cuando damos testimonio de Dios con gestos concretos de caridad. Acoger la esperanza que viene de Cristo nos abre al Espíritu, nos impulsa a salir de nuestra zona de confort y nos motiva a renovar nuestro compromiso en la comunidad y en la misión.

Al concluir su intervención, Sor Françoise nos dijo también:
«…estoy convencida de que todas lleváis dentro este fuego de la caridad, tenéis el deseo de seguir adelante juntas y con el mundo, para hacer posible una fraternidad que revele la ternura de Dios».
Estos tres días no fueron solo un encuentro de formación, sino también una experiencia de fraternidad auténtica, un tiempo de gracia, una invitación a caminar juntas, con coraje y creatividad.

Regresamos con el corazón encendido y la mirada puesta en el futuro. Cada una de nosotras está llamada a ser luz, a llevar esperanza y caridad allí donde se encuentre, sin miedo a afrontar nuevos desafíos. Juntas podemos transformar cada dificultad en una oportunidad y cada encuentro en una ocasión de crecimiento. Somos una comunidad viva, capaz de renovarse y de testimoniar la ternura de Dios en el mundo. Nuestro camino continúa: con coraje, creatividad y fe, seremos ARTESANAS DE PAZ Y DE ESPERANZA para quienes encontramos cada día.




