Prometía ser un gran evento, una gran fiesta. ¡Y cumplió! El Congreso de Vocaciones – Asamblea de llamados para la misión -, organizado por la Conferencia Episcopal Española, del.7 al 9 de febrero de 2025, nos convocó para celebrar y compartir la alegría de la vocación, la de cada cual, y reflexionar juntos sobre ella. Las Hijas de la Caridad nos unimos desde todas las provincias de España y también desde Paris, con la participación de sor Antonia González, y Sor Hanna Cybula.

Según los datos publicados por diversos medios, el Congreso reunió a más de 3,000 participantes de las 70 diócesis españolas, acompañados por 65 obispos. Hubo representación de 54 movimientos y asociaciones laicales, 120 congregaciones y 250 realidades eclesiales distintas. Esta gran diversidad fue un motivo de aliento y entusiasmo porque se respiraba la unidad de todos en la misma fe. Disfrutamos de las comunicaciones de los obispos, de las ponencias de teólogos, de los talleres experiencias y testimonios (TET) tan interesantes y motivadores, y cómo no, de la velada festiva en la que los cantos y bailes animaron aún más nuestro cuerpo y espíritu.
El ambiente del Congreso fue descrito así, como una «fiesta de la Iglesia», con estos momentos de oración, música y celebración. Nos unía la alegría de ser llamados y convocados por El para darle una respuesta concreta en nuestra vida.

Citamos unas palabras de una de las ponencias inaugurales del Congreso, preparada por un equipo:
«La vida es vocación y la dicha pasa por saberse donación, es de todos y para todos. Esto se concreta en los diferentes estados de vida y misiones que son las vocaciones específicas de cada persona. Dicho de otro modo: las diferentes vocaciones son el rostro concreto de la vocación. Por tanto, no podemos hablar de vocación sin vocaciones y no tienen sentido las vocaciones sin vocación. Porque en todas Dios nos primerea, Él es el que llama y toma la iniciativa de darnos la vida, de llamarnos al seguimiento.»
Las Hijas de la Caridad tomamos buena nota de lo específico de nuestra vocación, que nos llama a servir a los más pobres, en quienes encontramos a Jesús. No hay vocación sin misión, nos queda claro. Ni misión que no esté sostenida por una vocación, una llamada, sea cual sea. Lo importante es descubrirla y responder.
Hágase -dijo María-. Y cumplió su misión.