La Eucaristía, celebrada después de Laudes, fue presidida por el Padre Tomaž Mavrič, concelebrada por los Padres Bernard Schoepfer, José Antonio González Prieto y Fréderic Pellefigue, Visitador de la Provincia de Francia.
En su homilía, el padre Bernard retomó el saludo del ángel a María «¡No temas!». Acompañado de la certeza de que María -y cada uno de nosotros- ha encontrado la gracia ante Dios que nos ama incondicionalmente.
Las Hermanas de las Comunidades vecinas se unieron a nosotras para esta celebración. Juntas, tomamos un desayuno festivo y luego nos reunimos en la sala de conferencias.
Después de un canto al Espíritu Santo, el Padre Tomaž habló del Padre Antonio Portail, primer Director General de las Hijas de la Caridad que fue miembro del Consejo de la naciente Compañía, junto con San Vicente y Santa Luisa y algunas de las Hermanas. San Vicente le estimaba, reconocía que era más afable que él, le apoyaba en sus flaquezas y le daba sabios consejos que no se arrepentía de haber seguido.
A continuación, el Padre Tomaž leyó la Patente del Padre José Antonio para su nombramiento como Director General.
El Padre José Antonio habló y confió muy sencillamente lo diferente que sería su vocación si no hubiera conocido a las Hijas de la Caridad y experimentado su amistad, fraternidad y solidaridad. Se comprometió a vivir su nueva misión al servicio de la Compañía.
Por último, el Padre Tomaž agradeció cordialmente al Padre Bernard sus nueve años de servicio a las Hermanas. Un caluroso aplauso expresó la gratitud de todos al padre Bernard.
A su vez, el padre Bernard dio las gracias a las Hermanas, de las que dijo haber aprendido mucho.
Como signo de gratitud, el Padre Tomaž obsequió al Padre Bernard con un rosario impresionante por su tamaño, y más aún por su origen: ¡es obra de presos de Ruanda que lo ofrecieron a las Hijas de la Caridad en 2017! Un recuerdo simbólico y significativo.
Sor Françoise también agradeció al Padre Bernard su fraternal, valiosa y fiel colaboración y dio la bienvenida al Padre José Antonio. Invitó a las Hermanas a saludar al Padre José Antonio y al Padre Bernard, lo que hicieron de todo corazón.
Un canto a la Virgen cerró este momento tan significativo no sólo para las Hermanas de la Casa Madre, ¡sino para toda la Compañía! ¡Bendito sea Dios!