Desde esta certeza con la que nuestras Constituciones explican nuestro estar juntas con miras a la misión (cf. C 32) llegamos a París para la Sesión Vicenciana de septiembre de 2023 las 59 hermanas de los 26 países que han conformado esta hermosa comunidad internacional de Hijas de la Caridad de entre 7 a 10 años de vocación.
Respondiendo a la llamada franqueamos las puertas del lenguaje, de las culturas, los continentes, las edades y modos de servicio y hemos convertido esta Sesión en tierra fértil para hacer crecer el sueño de nuestros fundadores: (…) Es Dios quien ha querido esta Compañía de jóvenes de diferentes países y que no formasen entre ellas más que un solo corazón. Una Compañía que se sabe custodia de un fin y no de una obra circunscrita a un estilo de servicio, país, región o lengua. Nuestro fin que es servir a Cristo en la persona de los pobres nos envía continuamente a hacer de la caridad encuentro y proclamar así nuestra feliz pertenencia Dios.
Durante estos días hemos bebido directamente de las fuentes de nuestro carisma y hemos experimentado como todo nuestro ser se ha impregnado de la frescura que brota de volver una y otra vez a la mística de nuestros fundadores, de andar sobre los mismos primeros pasos de esta audaz fundación, reconocer y comprometernos con los retos y desafíos que esa audacia originaria sigue planteando para nosotras hoy, para de esta manera honrar la herencia que hemos recibido.
Somos aún más conscientes del compromiso de aprender a vivir y caminar juntas, la necesidad continua de renovar el corazón y el espíritu alimentando una sólida vida interior.
La Compañía de ayer y de hoy ya no es parte de los libros que hemos estudiado, o de noticias que llegan de lejos, sino que son lugares, rostros, testimonios, reliquias, amor custodiado y sostenido de generación en generación. Estamos seguras de que la Compañía sigue siendo querida por Dios y queremos seguir siendo parte de esta estirpe a la que la caridad, como a María nuestra Madre, le sigue poniendo prisa.
Agradecemos especialmente a Dios, a sor Françoise y su Consejo y a todos y cada uno de los que han trabajado incansablemente para ofrecernos este regalo vocacional, desde los ponentes, las coordinadoras, las traductoras, hasta el último, callado y anónimo servicio. Reconocemos la inigualable experiencia de vivir la internacionalidad, la fraternidad, la vuelta a las raíces. Se confirma en nosotras los deseos de seguir sirviendo a Cristo en la persona de los pobres y pedimos a Dios que siga siendo su Espíritu quien nos envíe a franquear todas las puertas …
Que María a través del ícono de la Visitación nos impulse a volver de prisa al servicio. Para que así podamos llevar a Jesús, a todos los que con dulzura y cordialidad sirvamos.