En las últimas semanas, la vida ha cambiado por completo desde que los países vecinos comenzaron a entrar en guerra. Los primeros días, todo el mundo esperaba que fuera una amenaza efímera, pero los crecientes ataques y los constantes bombardeos han obligado a la gente a huir.
Los refugiados no dejan de llegar a Rumanía. Los más ricos van de una ciudad a otra en coches, bien abastecidos y no requieren ningún cuidado especial, sólo paran para descansar una noche.
La mayoría de los refugiados llegan en tren, sin nada. Están muy agotados. Cuando los trenes se detienen, la palabra «agua» se oyen por todas partes. Los niños lloran, no entienden por qué no pueden volver a casa. Hay niños cuyas madres los han envuelto en sus propias camisetas en lugar de pañales. Tienen frío, están agotados y desesperados.
En Oradea, varias organizaciones se han unido para ayudar a los refugiados. De este modo, cada organización puede prestar ayuda donde se necesita, según sus capacidades y posibilidades.
Nosotras, las hermanas, ayudamos principalmente a recoger y clasificar la ayuda. Para ello, hemos transformado una de las casas de las hermanas en un centro de recogida donde, junto con otras tres organizaciones: la SSVP, la Protección de la Infancia y la Fundación Catunul Verde, recibimos y distribuimos los donativos a los que lo necesitan. En las últimas semanas hemos recogido toneladas de alimentos, productos de limpieza, detergentes y ropa. Una parte ya se ha distribuido a las fundaciones que acogen y cuidan a los refugiados. La mayor parte se ha empaquetado y enviado a Ucrania gracias a los Padres Lazaristas. Es precioso experimentar la solidaridad de la Familia Vicenciana, pero sobre todo es importante hacer sentir a nuestros hermanos y hermanas necesitados que no están solos en su angustia.
Ayudamos en todo lo que podemos. Ha habido ocasiones en las que hemos preparado bocadillos para los refugiados que llegan por la noche a la aduana (me gustaría mencionar aquí que, en una noche, se repartieron 2.500 bocadillos en la aduana). A veces ayudamos en la distribución u ofrecemos té caliente a los voluntarios. Todo el trabajo es igual de importante y es esencial para mantener vivo el espíritu de nuestros agotados voluntarios.
Gracias a un trabajo coordinado y organizado, las distintas organizaciones de ayuda pueden colaborar con gran habilidad y complementarse entre sí.
Sor Serafina H.C.