La Solemnidad de Todos los Santos, fiesta de quienes vivieron en plenitud el amor de Cristo, fue para nosotras una jornada particularmente colmada de gracia y esperanza.
Con la admisión de Sor Piergrazia Licandro a la Compañía de las Hijas de la Caridad, la Provincia San Vicente – Italia se ha incorporado también al Seminario Interprovincial junto con las Provincias de España: un paso nuevo, un signo del Espíritu que abre caminos de comunión y colaboración entre nuestras realidades europeas.
En un tiempo en el que el descenso de vocaciones y las diferencias entre Provincias europeas pueden, a veces, hacernos sentir desorientadas, este nuevo camino es para nosotras motivo de profunda alegría y confianza. Una vez más, la Palabra de Dios nos alcanza como promesa viva:
“Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino en el desierto, ríos en la estepa.” (Is 43,19)
La celebración de la admisión de Sor Piergrazia, realizada en la Casa Provincial de Roma, estuvo marcada por un clima de oración y fraternidad. Participaron la comunidad del Seminario Interprovincial de España, las hermanas jóvenes y varias Hermanas de distintas comunidades italianas; la Visitadora de la Provincia España Norte, Sor Visitación García, coordinadora de las Provincias de España; y la Visitadora de la Provincia de Italia, Sor Maria Rosaria Matranga, junto con algunas Consejeras Provinciales, la Secretaria y la Ecónoma.
De especial relieve fue la presencia de las Consejeras Generales Sor Luisa Farri y Sor Antonia González, que compartieron con nosotras este momento de gracia. Su participación, unida al recuerdo y a la cercanía de la Superiora General, Sor Françoise Petit, nos hizo sentir la presencia concreta de la Compañía entera, que nos acompaña y sostiene en este paso de comunión.
Ha sido, verdaderamente, un “Ephata”, un “ábrete” que nos invita a acoger con confianza las novedades del Espíritu.
La jornada se vio enriquecida además por el inicio del Postulantado de Elena Follini, otro signo de la fecundidad del don de Dios. Por el marcado acento vocacional del día, quisimos abrir y compartir la celebración con varias jóvenes que viven un camino de discernimiento, convirtiéndola así en una verdadera fiesta de la vocación.
La víspera, vivida como preparación, nos regaló una profunda comunión espiritual: la meditación guiada por el P. Nicola Albanesi, CM, que reflexionó sobre la santidad recordándonos que la donación de sí es el camino que nos vuelve receptivas a la acción de la gracia y custodias del Espíritu; el testimonio vocacional de Elena, la adoración y la oración por las vocaciones ayudaron a todas a entrar en un clima de escucha y gratitud por el don de la llamada. Fueron momentos sencillos pero hondos, que favorecieron un auténtico encuentro con el Señor y entre nosotras.
Los días se vivieron en un ambiente de fraternidad, sencillez, compartir y alegría. Pudimos experimentar que las diferencias de lengua no fueron barrera, sino riqueza que hizo más viva la comunión. Todo concluyó con un almuerzo festivo, signo de la alegría compartida y de la gratitud por lo que el Señor está obrando en medio de nosotras.
Con confianza, encomendamos al Señor este nuevo camino interprovincial, para que dé frutos de comunión, esperanza y renovada fecundidad vocacional para toda la Compañía.
