Sólo podremos reconocer los lugares en los que los más vulnerables viven silenciados y la vida se apaga si somos capaces de vivir con los ojos abiertos. Y es allí donde podremos descubrir a Dios que pide la presencia de las Hijas de la Caridad, que viven siempre atentas a su prójimo a su próximo. Para ello necesitamos pararnos ante la urgencias de las tareas y buscar tiempos para reflexionar acerca del sentido de lo que hacemos cada día.
Sor Teresa Sanno (anterior Ecónoma General) y sor Isel Negrelli (actual Ecónoma General) ayudaron, a través de estas reflexiones, a un grupo de Hijas de la Caridad de toda España a profundizar, en Madrid, acerca de la economía. Partieron del documento “Economía al servicio del carisma y de la misión” de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. También recordaron guías de la Compañía como la de la Ecónoma o la de la Hermana sirviente; las Constituciones y algunos escritos de los Fundadores.
De este modo, el sentido de esta pobreza no se lo da el cumplimento del voto que hacemos las Hijas de la Caridad, sino el seguimiento a Jesucristo pobre, que eligió serlo, para estar cerca de los últimos. Sin embargo, esto nunca deberá llevarnos al asistencialismo, que olvida la dignidad de cada persona. Se trata de estar con quienes más sufren y caminar con ellos, colaborando con otros y estableciendo alianzas para su promoción.
Se trata de una elección libre que nos permite ser más libres y nos protege del deseo de tener y el poder. Pero esta exigencia personal la vivimos en comunidad. Es aquí donde, a través de herramientas como el presupuesto anual o dar cuenta de los propios gastos, crecemos juntas en este deseo y hacemos creíble nuestro voto de pobreza. Nos permite redefinir el sentido del dinero; vivir siempre con transparencia o decidir en función de la realidad social y de los más pobres del lugar en el que se vive poniendo a su disposición los bienes con los que se cuenta.
Vivir este voto de pobreza como opción vital exige discernir, orar, reflexionar, formación, y estar dispuestas tanto a recomenzar como a repensar los caminos empezados. Se necesitan comunidades que se conviertan en “laboratorios de creatividad” para responder a nuevos desafíos tanto de la sociedad como de la realidad de la Compañía. En esta búsqueda habrá que tener en cuenta que las obras sean sostenibles y que se financien, huyendo de entidades con prácticas poco éticas.
Esta intensa reflexión nos animó a seguir formándonos y adoptar las actitudes de vivir conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor; elegir ser levadura en este mundo y actuar, ofreciendo escucha, fraternidad y alegría. Nos permitió también descubrir otros aspectos de la Economía que nos ayudaron a ver la Economía de manera más amplia, teniendo como principal a modelo a Jesús.