
El 1 de abril de 2025 tuvimos un hermoso día de primavera, en Mánchester. Nos despertamos con un sol radiante que iluminaba la habitación, y yo me preparé para ir como voluntaria a la guardería y escuela primaria San Barnabas, en Openshaw, Mánchester. Esta escuela cuenta con más de 200 alumnos y unos 30 miembros de personal, y está dedicada a servir a los estudiantes respondiendo a sus necesidades individuales y colectivas.
Mucho antes de ese día, Joan —miembro del personal de la casa de las Hermanas en Hulme y cocinera a tiempo completo en San Barnabas, encargada de las comidas escolares— me había pedido una receta de arroz Jollof africano. Busqué la receta en internet y se la envié por WhatsApp., sin embargo, ella insistió en que se lo enseñara personalmente. Con el permiso de la directora y su administradora, acordamos que podría ir a la escuela para hacer una demostración, lo que también permitiría al resto del personal de cocina aprender.
Los alumnos y el personal fueron informados de mi visita, y la escuela estaba llena de entusiasmo. Joan compró todos los ingredientes necesarios, incluidos muslos de pollo para acompañar al arroz. A las 10 de la mañana llegué a la escuela. Tras registrarme como visitante, conforme a la política de buenas prácticas, me puse manos a la obra, ya que solo disponíamos de 2 horas y 30 minutos para preparar la comida del mediodía. La cocina era un espacio compacto, pero bien equipado con todo lo necesario. Estaba muy limpia y bien organizada por el encantador y trabajador equipo, que colaboraba con eficacia, cumpliendo cada uno su tarea asignada.

Primero lavamos, sazonamos y pusimos los muslos en el horno para asarlos. En poco tiempo, el delicioso aroma llenó el aire. Mientras tanto, herví el arroz, lo lavé, lo sazoné y lo coloqué en una escurridera. Como no estaba familiarizada con este método de cocción, me preocupaba que el arroz no se secara bien, pero todo salió perfectamente y estuvo listo a tiempo. Los alumnos entraron al comedor por turnos, todos con sonrisas radiantes y expresiones de entusiasmo. Los que ya conocían el arroz Jollof disfrutaron cada bocado, y quienes lo probaban por primera vez también aprobaron su sabor. Quedé muy satisfecha con el resultado.
Durante un pequeño recorrido por la escuela, me cautivaron algunos paneles en el comedor con materiales pensados para una transmisión delicada de la fe, recordando a los niños que Dios está presente en ese lugar.

No podría haber imaginado una mejor manera de pasar un día tan especial, haciendo lo que realmente amo. Antes de marcharme, hice una breve visita a los alumnos de sexto grado, que fueron muy amables y estaban deseosos de expresar su gratitud por el servicio recibido. Acordamos con la directora que, cuando regrese de Ginebra, podría volver para dar algunas charlas a los alumnos mayores sobre mi trabajo en las Naciones Unidas, e iniciar un club de cocina para quienes tengan interés en aprender más sobre el arte de cocinar. Será un gran placer para mí compartir habilidades que pueden aportar alegría, fomentar el valor de la hospitalidad y la interculturalidad entre los jóvenes, y abrir un camino para aplicar la creatividad sin límites.

Sor Franca Edet, HC.