De los muchos hijos de Vicente de Paúl que fueron ejemplares en su vocación y evangelizadores de los pobres, algunos se nos presentan para admirarlos y tomarlos como modelo. Justino de Jacobis, el gran apóstol de Abisinia (conocido hoy como Eritrea y Etiopía) es uno de ellos.
1800, 9 de octubre | Nace cerca de Nápoles, Italia |
1818, 17 de octubre | Entra en el Seminario de la Congregación de Misión (CM) |
1824, 12 de junio | Ordenado sacerdote |
1839, 24 de mayo | Responsable de la misión de Abisinia y los territorios circundantes |
1860, 31 de julio | Defunción |
1939, 25 de junio | Beatificación por el Papa Pío XII |
1975, 26 de octubre | Canonización por el Papa Pablo VI |
31 de julio | Día de su fiesta litúrgica |
Justino nació en San Fele, cerca de Nápoles, el 9 de octubre de 1800. Fue el séptimo hijo de María Josefa y Juan Bautista de Jacobis, familia de recursos económicos y fe cristiana profunda.
Justino entró en la Congregación de la Misión en 1818 en Nápoles. Su gran humildad le hizo pensar que él no poseía las cualidades necesarias para el sacerdocio, pero sus superiores pensaron que sí, y fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1824 en la Catedral de Brindis. Durante sus primeros años de sacerdocio, su misión principal fue organizar retiros para los laicos, sacerdotes y hermanas, así como las misiones parroquiales. También animaba diversas actividades caritativas para ayudar a los pobres. Cualquier tarea que se le encomendaba la realizaba con humildad y obediencia, aceptando desempeñar todos los cargos y asumir las responsabilidades que se le confiaran en el seno de la Congregación de la Misión. Al final de 1836, durante la severa epidemia de cólera que devastó Nápoles, trabajó sin cesar parar asistir a los enfermos, incluso a punto de arriesgar su propia vida.
En 1838 el cardenal Felippe Franzoni, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe, visitó la Casa Provincial de los Padres Paúles de Nápoles. Habló con el Superior de Justino de Jacobis sobre las necesidades de Abisinia y el deseo de empezar allí una Misión. Justino, con el acuerdo de sus superiores, aceptó esta llamada. Y el 24 de mayo de 1839, el padre Justino de Jacobis fue enviado a Abisinia como Prefecto Apostólico para esta región.
Justino de Jacobis se dejó guiar siempre por la Providencia en la evangelización a los demás. Estaba bien enraizado en el espíritu de la Congregación de la Misión. Brilló sobre todo por su gran humildad, amabilidad, celo y paciencia en un tiempo de sufrimientos e incomprensiones.
El Señor le concedió una clara visión sobre la cultura y tradiciones del país. Aprendió el idioma, vivió con las gentes y trabajó para mejorar las buenas relaciones a nivel local.
Justino, en el anuncio del evangelio, fue un hombre adelantado a su tiempo con respecto a la inculturación; utilizó las tradiciones y cultura del pueblo para anunciar el Evangelio. Fue también un gran precursor del diálogo ecuménico entre cristianos Coptos y Católicos.
Durante veinte años, el padre Justino se entregó con celo al servicio del Evangelio, fue un gran mentor y excelente formador de sacerdotes. Tiene el mérito de haber restaurado la Iglesia católica en Abisinia, a pesar de los numerosos sufrimientos y persecuciones de que fue objeto.
Murió de fiebre tropical el 31 de julio de 1860 en un lado del camino, cerca de Halai, en el valle de Aligade.