Del 17 de abril al 4 de mayo fuimos convocadas las responsables de Postulantado y Seminario de toda la Compañía, a realizar un viaje extraordinario.
Viajar supone hacer las maletas, seleccionar lo verdaderamente importante para llevar y dejar el hueco suficiente para traer “regalos” y “recuerdos”. Con esta ilusión, comenzábamos un viaje que nos iba a permitir contemplar y transitar una variedad de lugares y espacios.
Éramos un total de 59 pasajeros procedentes de todo el mundo: África, América, Asia y Europa. Gran riqueza de culturas, costumbres e idiomas.
Los huecos vacíos de nuestros equipajes pronto se llenarían de postales, de recuerdos que nos facilitarían recordar este precioso paisaje:
“Preparar a las Hijas de la Caridad para la Iglesia, la Compañía y la sociedad del siglo XXI”
El primer tramo del trayecto comenzó con la apertura de Sor Françoise Petit. Nos lanzó una pregunta clave: “¿Qué espera la Compañía de las Hijas de la Caridad? Nos ofreció tres pistas:
- Una manera de estar con las hermanas en formación
- Un contenido adaptado a las etapas de formación
- Un aprendizaje del encuentro con nuestros hermanos y hermanas los pobres.
El padre Patrick Griffin y al padre Bernard Schoepfer. nos invitaron a contemplar y descubrir realidades muy importantes en la formación de las Hijas de la Caridad: el contexto del mundo, la formación de la conciencia y el carisma y misión de la formadora.
Atravesamos paisajes muy diversos que nos deslumbraron: la interculturalidad en la vida comunitaria, madurez sexual, afectiva y espiritual, el acompañamiento, los derechos humanos presentados por las Hermanas representantes de las Hijas de la caridad en la ONU, entre otros; nos sentimos abrumadas y preocupadas por la dureza del tema: formar, sensibilizar en la protección de niños y personas vulnerables y acompañar a las víctimas de los abusos. Algunas paradas fueron aprovechadas para reflexionar sobre “La misión y función de las formadoras” y “La tecnología y su impacto en la formación”.
Un mismo paisaje, siempre tiene distintas miradas, cada uno ve y descubre aspectos diferentes, de ahí la importancia de los momentos de trabajo en grupo, que nos han ofrecido la posibilidad de ensanchar nuestros horizontes, de animar nuestros deseos de descubrir nuevas posibilidades y de buscar nuevas formas de servicio.
La Liturgia y las Eucaristías han sido momentos para celebrar nuestra fe en asamblea, nos han abierto a Dios y a nuestras hermanas y hermanos los pobres, han sido momentos de acción de gracias.
Al finalizar nuestro viaje, damos gracias al Consejo General que lo ha hecho posible. Gracias a Sor Françoise, por los desafíos de la profundización, de la sencillez y de la esperanza. Gracias por las experiencias que hemos vivido, por la audacia y valentía de la Compañía a la hora de tratar temas actuales, por el compromiso con los más desfavorecidos, por la diversidad que enriquece nuestra vida, porque la variedad de idiomas no es obstáculo en nuestra comunicación.
El P. Tomaz Mavric, volvió a insistir en “La formación como prioridad”, con la Eucaristía de envío, dimos por finalizada esta parte del trayecto. Este viaje, no finaliza aquí, termina este tramo y se inicia uno nuevo, donde nos cruzaremos con otras historias, otras vidas que nos ayudarán a contemplar la historia y descubrir cómo ayudar a seguir creciendo a las jóvenes que se acercan a nuestra vida para ser Hijas de la Caridad.